martes, 27 de noviembre de 2012

Como un cuatro pero con forma de silla


Eres feliz, sientes que tu vida es perfecta. Hasta que ocurren cosas que te marcan, que te hacen una herida que se va a quedar ahí para siempre, una herida profunda, de esas que no se curan, que es imposible, reemplazar a esa persona que la ha creado, que te falta. Piensas que nunca mas podrás llegar a sonreír como lo hacías antes, cuando estaba él, que no llegaras al punto máximo de felicidad, que para ti es como si ese punto ya no existiera. Y de repente llega alguien que hace que cambies de opinión, que consigue sacarte una sonrisa todos los días, y cada día más grande, más real. Hasta que te das cuenta de que te has enamorado, que has caído, es algo diferente, extraño, algo que nunca habías sentido, no sabes cómo será, si será fácil o difícil, si será doloroso o no. Solo sabes que no puedes sacártelo de la cabeza, que su sonrisa es como una imagen grabada en tu cabeza que no para de reproducirse, una y otra vez. Que empiezas a necesitarle, tanto como necesitas respirar. Cada noche antes de dormirte cierras los ojos y piensas que está a tu lado, que te abraza y te llama “pequeña” o “princesa” que te repite una y otra vez lo importante que eres para él. Y los días se hacen más llevaderos, más fáciles de soportar. Te han enseñado a sonreír después del dolor, a olvidar que ese dolor está ahí y ser feliz, a que por muchas lágrimas que derroches él no va a volver, nunca más. Entonces ocurre, esa persona que no conseguías sacar de tu mente, convierte un día normal en uno de los más importantes de tu vida, entonces ahí es cuando la felicidad vuelve a su punto de partida, a su tope. Pero pasado un tiempo y sin ningún motivo se va, y vuelves otra vez a tu agujero, pero esta vez, el agujero es diferente, ahora sabes más sobre la vida, ahora sabes lo que es ser derrotada en el amor, sabes lo que es llorar por alguien que ni si quiera piensa en ti. Pasa el tiempo y él aun sigue ahí metido, en tu cabeza, sin intención ninguna de salir. Intentas olvidarlo de mil maneras diferente, ya no sabes cómo conseguir dejar atrás todo aquello, has terminado la lista de ideas. Y sin querer llega alguien, una persona que no habías visto nunca, y te fijas en él, sin querer, tus ojos te llevan a él, le miras, y piensas, que ese podría ser tu estilo de chico perfecto. Todo empieza en un juego, pero sin darte cuenta cuando hablas con él dejas de pensar en aquel chico por el que te pasaste horas llorando, te devuelve la sonrisa que ya dabas por perdida, te hace sentir como una princesa, perfecta. Es como volver a sentir lo mismo, pero esta vez ya lo conoces todo. Te vuelves a enamorar, pero es diferente, le amas, pero tienes miedo a volver a caer, a fiarte demasiado, a confiarle demasiado a esa persona y luego quedarte tú sin nada.

Sentir que vuelas sin levantar los pies del suelo

Sentir el aire en tu cara, despeinarte, sentir el frío, la lluvia, la velocidad, que el tiempo pasa rápido, olvidarte de todo lo que vas dejando por el camino, como subirte a una montaña rusa, una mezcla entre felicidad y miedo. Felicidad porque no te da tiempo a pensar, porque cuando un pensamiento aparece en tu mente desaparece rápidamente, sin que te des cuenta de que ha estado ahí. Miedo a caer, a hacerte daño, a rasparte las rodillas como cuando eras pequeña, pero diferente, esto es más peligroso. Todo recto, sin ningún desvío, sin posibilidad de equivocación, y de repente curvas, rotondas, aparece tu miedo, si tu miedo a resbalar, caer y no poderte levantar, pero nada, todo sale bien, sin ningún percance, y de repente, algo inesperado, se te cruza alguien, y te caes, intentas evitarlo poniendo los pies en el suelo, pero te resbalas y te caes, y cuando reaccionas apoyas las manos en el suelo y te levantas, sin raspones, solo un pequeño moratón.
¿No te recuerda a algo? Si, a la vida, a tu propia vida. Tienes miedo de tomar decisiones por si fallas, tienes miedo a equivocarte. Tener todos tus planes organizados, saber con quién quieres compartir tu tiempo, por quien darías tu vida y de repente, llega alguien que te lo descoloca todo, que te hace cambiar algunas decisiones ya tomadas, quien hace que tengas que reorganizar todo tu futuro, pero con un nuevo dato, él

lunes, 19 de noviembre de 2012

"Eres mi marca de heroína perfecta"


No quiero a alguien que me llame princesa, que por las noches me deje dormir apoyada en su pecho, quiero a alguien que me llame “mi princesa” y que si me apoyo en su pecho me diga que me apoye en la almohada, para que pueda mirarme mientras duermo. No quiero a alguien que se quede toda la noche en vela, para poder ver como duermo, que siempre me estés diciendo cosas bonitas, que me saquen una sonrisa, quiero a alguien que me diga que no va a poder dormir toda la noche si yo estoy a su lado y que al final se duerma antes que yo, que me diga cosas que hagan que parezca que no le importo y que yo finja que me enfado y venga detrás de mí y me abrace por detrás. No quiero a alguien que solo viva en el presente y que no piense en su futuro, en lo que quiere hacer, quiero a alguien que me diga que cuando sea mayor nos iremos a vivir juntos, que viajaremos a París. No quiero a alguien que cuando me vea venga y me abrace, que me suelte cuando tengo que irme, quiero a alguien que se quede quieto cuando me ve, que me salude con un hola, y que poco después se acerque y me dé un abrazo, que cuando le diga que me tengo que ir me abrace más fuerte y me diga que no quiere dejarme marchar. No quiero a alguien que me suba en un bordillo para que sea igual de alta que él, quiero a alguien que cuando me suba en un bordillo me coja y me baje. No quiero a alguien normal y corriente, yo te quiero a ti.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Igual que poner el cielo en el suelo

Como caminar con las manos, como cuando giras la cabeza y ves el mundo al revés, igual que el sol después de la lluvia. Descolocar las palabras dichas, borrando algunas de ellas, se acaban las lágrimas, y sin querer aparece una sonrisa. Empiezo a recogerlo todo, rápido, sin perder el tiempo, preparando las cosas para marchar, para poder verte cuanto antes. Y es que esta vez ha sido diferente, pensé que podría aguantar sin verte como otras veces, como siempre,  pero no, necesitaba tus abrazos, tu calor.

sábado, 17 de noviembre de 2012

La peor puñalada

Un último beso, un último abrazo, una última mirada, una última sonrisa, una última caricia. Adiós. Te das media vuelta, empiezas a caminar dejándole atrás, mientras el mira como te vas, te vas con una esperanza de poder verle al día siguiente. Y de repente ¡ZAS! Una puñalada, como un tortazo, un puñetazo en todo el pecho, te dicen que no, que mañana no le vas a ver, tienes ganas de llorar, de consolarte abrazando la almohada, pero hoy ni eso consigue calmar esas ganas de abrazarte, de tenerte ahí a mi lado. Y empiezan a caer las lágrimas pero nada, esa rabia de querer verte y no poder, no se va, sigue ahí, el vacío de que no estás. Abrazarme a mi peluche, pero nada, ni la canción más movida, la que más me motiva, la que consigue que me levante y me ponga a bailar como una loca, hoy no consigue nada. ¿Qué cojones pasa hoy? Nada consigue calmarme, cada vez te echo más de menos, cada segundo que pasa tengo más ganas de llorar, de pegarle a la pared, de lanzar algo y que se rompa. Y es que poco a poco te has ido convirtiendo en algo esencial para mi vida, incluso más importante que respirar.

martes, 13 de noviembre de 2012

esTUdiar

Decir, esta semana no habrá ningún tipo de distracción, no me parare a pensar en ti mientras estudio, solo está permitido hacerlo cuando no hay libros encima de mi mesa. Pero resulta imposible, tu sonrisa, tu mirada, tu forma de abrazarme, tu, no puedo sacarte de mi cabeza, necesito verte, necesito que tras una tarde de estudio llegues y me abraces, y me digas “tu puedes pequeña” Pero no, nada de eso, todo lo contrario, tú no estás, no puedo verte, y probablemente tampoco pueda hacerlo verte en mucho tiempo. Y las ganas de ti aumentan cada día mas, y no puedo retenerlas, no puedo guardarlas en esa cajita, no ya no, se salen, no entran.

Despertarme y ver tu sonrisa pegada a la mía

-No te quiero, no me gustas, es más, no te invitaría a nada, y si te vienes a dormir a mi casa, duermes en el suelo con una muñeca vieja y roñosa de almohada y con una manta pequeña y si la manta no te tapa los pies, no te quejes, no te la pienso cambiar, tú en tu vida yo en la mía.

*Sonrisa, abrazo* No, te amo, daría mi vida por ti, te pagaría hasta el último de tus caprichos. Me encantaría dormir contigo, y si los dos no podemos dormir en la misma cama, yo dormiré en el suelo, sin almohada y sin manta, te daré un beso de buenas noches, te arroparé y haré todo lo posible para que estés cómodo. Compartamos una vida
+Ya, pero yo no quiero que duermas en el suelo, no lo permitiría, dormiremos en la misma cama aun que tengamos que dormir uno encima del otro.

domingo, 11 de noviembre de 2012

El fin del mundo esta más cerca si tu vienes conmigo


Agobio, estrés, ganas de salir corriendo. Miedo, si, miedo a no verte, a no poder abrazarte, a volver otra vez sin haber podido pasar ni un segundo a tu lado, a esperar para estar contigo, pero esta vez no una semana, si no dos, mucho tiempo, demasiado. Pero de repente, empieza a sonar el móvil, con tu nombre escrito en la pantalla, salgo corriendo, esa esperanza de poder verte cada vez es más grande hasta que tú dices un “estoy aquí” entonces desaparece, esa tristeza, esas ganas irresistibles de llorar, se van, se desvanecen, como cuando quemas un papel,  ya no necesito esperanzas, porque ya es seguro, fijo, podré abrazarte, podré pasear por las calles agarrada a tu mano, podre resguardarme del frío entre tus brazos y podre irme con una sonrisa, con esa sonrisa que solo tu consigues sacarme.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Solo un escalón más, y haremos cada segundo nuestro

Comienza el estrés, se acercan las semanas de exámenes, el no tener tiempo para nada, ni si quiera para pensar en ti. El no poder encerrarme en mi habitación, ponerme los cascos y encender la música, cerrar los ojos e irme a mi mundo, donde puedo pasar cada segundo a tu lado. Se terminó eso de poder quedarme mirando fijamente por mi ventana, ver como las gotas de la lluvia se quedan en mi ventana y pensar que vienes y me abrazas por detrás, que salimos a la calle, tú me abrazas para separarme del frío, y me besas, si un beso bajo la lluvia. No, ya no puedo tirarme horas pensando en lo perfecto que sería que estuvieras ahí en esos momentos. Todo comienza a girar en torno a la concentración. Pero merece la pena, merece la pena no poder pensar en ti, fuera de rayadas, de echarte de menos, y lo mejor, que cuando todo esto acabe podré abrazarte, de verdad, podré compartir cada uno de esos días contigo, la Navidad, el frio, una excusa para poder abrazarte más fuerte, sonrisas, besos, películas, tu.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Je t'aime

Querer, es un tiempo verbal, tan solo eso. El que utiliza un niño pequeño cuando pide un juguete. La típica palabra que utiliza un chico que se quiere tirar a una tía buena. La típica mentira, con la que se ilusiona mucha gente. 

Pero no, en realidad querer es más que un simple tiempo verbal, querer es un sentimiento, una palabra hermosa si se pronuncia con sinceridad. Es la sensación de levantar los pies del suelo, sin si siquiera levantaros de verdad. Un motivo para sonreír, el sentir mariposas en el estomago, que tu felicidad dependa de la suya, sentir que darías cualquier cosa por él, que le quieres, sin confundirse, no le deseas, no simplemente te parece que esta bueno y quieres tirártelo, no es como un caramelo para los niños, es más que eso, mucho más que eso, no le quieres por encima de tu vida, él es tu vida.

"La vida es un sueño y los sueños sueños son"

París, si París, la ciudad del amor, con su Torre Eiffel, con sus luces. Esa fue la ciudad a la que decidimos escaparnos, a vivir juntos, para poder estar solos, sin nadie de por medio. ¿No sería perfecto? Tú, yo y París. Recorrernos la ciudad entera dados de la mano, que me lleves a la Torre Eiffel. Llegar al hotel, quedarme dormida en el sofá, viendo una película y que tú me cojas y me lleves a dormir, que me abraces y que al día siguiente me lleves el desayuno a la cama que te eches a mi lado y desayunes conmigo. ¡ZAS! Abro los ojos y me doy cuenta de que todo ha sido un sueño, que no estamos en París, que yo estoy en Zamora y tú estas allí, tan lejos.

Eres total adicion

Lo admito, si. Soy adicta a tu sonrisa, a tu forma de decirme que me quieres, y que entre beso y beso solo haya espacio para un “no, yo más”. Adicta a que me beses y de repente me cojas, a echarme a tu lado para ver una película y que no me dejes verla porque no pares de besarme y de abrazarme. Adicta al chocolate, pero más si lo comparto contigo, a las noches en vela para poder hablar contigo. Adicta a tumbarme en la hierba a contar las estrellas y acabar contando tus lunares. Adicta a los besos bajo la lluvia, pero de los tuyos. Adicta a los “buenos días mi princesa” pero solo sin son tuyos. Adicta a las cosquillas, si eres tú el que me has hace. Adicta a que me agarres de la mano y tires de mi hacia ti diciendo “anda pa’qui” como solo tú sabes decirlo, a que me llames galana, y que no pueda aguantarme la risa. Adicta a cada momento que pasamos juntos. Adicta a tu olor, a pasar frío, si estas tu para abrazarme. Adicta a tu manera de ser, a esa que me enamora todos los días. Adicta a dormir abrazada a ti. Adicta a ti.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Lo mismo de siempre

Ya hace mucho tiempo que no escribo, quizá sea porque se me ha terminado la inspiración, porque siempre es lo mismo. Me siento mal, vacía, que me falta algo, bueno alguien,, tengo que aguantarme las ganas de abrazarte, a veces busco el consuelo en ellas, las de siempre, las de toda la vida, las que están ahí para lo bueno y para lo malo, pero no es lo mismo, nada se compara con tus abrazos, ese beso en la frente, que me cojas y me despeines. Que me digas algo que haga que parezca que no te importo, que finja que me enfado y me vaya por el camino contrario al tuyo, y cuando me dé la vuelta tú también lo hagas y vengas a darme un abrazo. Y cuando estoy contigo, haces que no pueda dejar de sonreír, no quiera que eso se acabe, pero ocurre, llega la hora, yo me tengo que ir, y que algo en mi me diga que me ponga a caminar hacia el coche que es tarde que mi madre ya me ha llamado unas cuantas veces, pero otra parte de mi me dice que me quede ahí, abrazándote, que no me separe de ti, pero me voy, te dejo allí y yo me largo, no sales de mi cabeza en todo el camino. Y después de eso otra vez al principio, a volver a echarte de menos.