Sentir el aire en tu cara, despeinarte,
sentir el frío, la lluvia, la velocidad, que el tiempo pasa rápido, olvidarte
de todo lo que vas dejando por el camino, como subirte a una montaña rusa, una
mezcla entre felicidad y miedo. Felicidad porque no te da tiempo a pensar,
porque cuando un pensamiento aparece en tu mente desaparece rápidamente, sin
que te des cuenta de que ha estado ahí. Miedo a caer, a hacerte daño, a
rasparte las rodillas como cuando eras pequeña, pero diferente, esto es más
peligroso. Todo recto, sin ningún desvío, sin posibilidad de equivocación, y de
repente curvas, rotondas, aparece tu miedo, si tu miedo a resbalar, caer y no
poderte levantar, pero nada, todo sale bien, sin ningún percance, y de repente,
algo inesperado, se te cruza alguien, y te caes, intentas evitarlo poniendo los
pies en el suelo, pero te resbalas y te caes, y cuando reaccionas apoyas las
manos en el suelo y te levantas, sin raspones, solo un pequeño moratón.
¿No te recuerda a algo? Si, a la vida, a tu
propia vida. Tienes miedo de tomar decisiones por si fallas, tienes miedo a equivocarte. Tener todos tus
planes organizados, saber con quién quieres compartir tu tiempo, por quien
darías tu vida y de repente, llega alguien que te lo descoloca todo, que te
hace cambiar algunas decisiones ya tomadas, quien hace que tengas que reorganizar
todo tu futuro, pero con un nuevo dato, él
No hay comentarios:
Publicar un comentario