Un
último beso, un último abrazo, una última mirada, una última sonrisa, una
última caricia. Adiós. Te das media vuelta, empiezas a caminar dejándole atrás,
mientras el mira como te vas, te vas con una esperanza de poder verle al día
siguiente. Y de repente ¡ZAS! Una puñalada, como un tortazo, un puñetazo en
todo el pecho, te dicen que no, que mañana no le vas a ver, tienes ganas de
llorar, de consolarte abrazando la almohada, pero hoy ni eso consigue calmar
esas ganas de abrazarte, de tenerte ahí a mi lado. Y empiezan a caer las
lágrimas pero nada, esa rabia de querer verte y no poder, no se va, sigue ahí,
el vacío de que no estás. Abrazarme a mi peluche, pero nada, ni la canción más
movida, la que más me motiva, la que consigue que me levante y me ponga a
bailar como una loca, hoy no consigue nada. ¿Qué cojones pasa hoy? Nada
consigue calmarme, cada vez te echo más de menos, cada segundo que pasa tengo más
ganas de llorar, de pegarle a la pared, de lanzar algo y que se rompa. Y es que poco a poco te has ido
convirtiendo en algo esencial para mi vida, incluso más importante que
respirar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario